El día de
hoy decido escribir estas líneas alejándome bastante de lo que acostumbro a
escribir en este lugar. Hoy quiero sonar quizás un poco como Amós Morales e
intentar motivar a quienes como yo han pasado o pasan por circunstancias que a
veces los empujan a ser quienes no son para sobrevivir. Leí por ahí que no
debemos dudar de nuestra capacidad para hacer sonreír a los demás; que por peor
que estemos nosotros siempre el sacar una sonrisa de quien la necesite es lo
mejor que podemos hacer y es nuestro pequeño granito de arena para lograr una
sociedad mejor. Y por experiencia puedo decir que esto es la realidad, que no
importa cuan mal tu te sientas, siempre es mejor hacer reír a quien necesita
que le dibujen una sonrisa en su rostro para olvidar los pesares que en muchas
ocasiones pueden ser peores que las que tienes tú. Sonreír conlleva menos
esfuerzo que estar serios o enojarnos. Dice un viejo refrán “Si la vida te da
la espalda, agárrale las nalgas”, bueno no precisamente es el mejor ejemplo,
pero captamos la esencia que esta frase conlleva oculta en sí. Comprendemos que
no importa la adversidad por la que estemos pasando siempre es bueno sonreír y “meter
el pecho” a las situaciones, seguir adelante sin dejar que nada nos incomode o
no s estropee nuestra felicidad, que al fin y al cabo es el fin común de todos
los seres humanos. En una ocasión ya dije que aprendí a ponerle un freno a mi
vida, disfrutar el paisaje y vivir sin complicaciones, noté un gran cambio en
mi vida y otros lo han notado también… en estos días antes de un examen era yo
quien más tranquilo estaba y una compañera de clases me dijo, al yo decirle que
me estaba raro ser yo el único tranquilo, “Es que a ti nada te jode tu paz”.
Comprendí que ese pequeño freno que puse a mi vida que me permite disfrutar el
paisaje y los personajes que aparecen en él, hizo lo que debía hacer.
También
noté como a pesar de que una y otra vez caigo de imbécil y termino fijándome en
quien no me ve más allá que un amigo; que aprendo de cada una de ellas. Aprendo
más de mí con cada paso que doy en esas lides y he aprendido a disfrutarme su
compa
ía aunque sea efímera; pues por alguna razón esa persona entró a mi mente
en ese momento en específico. Quizás no era yo quien necesitaba, quizás era
ella quien me necesitaba a mí. Es por eso que pienso que “con cada metida de
pata que cometo, y han sido muchas, que con cada punzada por saber que me fijé
en quien no debía, y han sido varias, estoy más cerca de lograr lo que deseo” lo digo por la sencilla razón de que la
realidad es que con cada uno de esos tropiezos aprendo de mí, aprendo de la
vida y comienzo a sonreír por más razones que las que lloro. Muchos deberían
hacer como yo, ponerle un freno a su vida, analizar cada paso que han dado,
disfrutar del paisaje y de los personajes… pues al fin y al cabo la vida es una
y si no te la disfrutas y la vives con ajoro, puede terminar un día y no habrás
dejado ni una sola huella positiva en nadie al irte. No es dejar obras maestras
para que el mundo te recuerde… es que dejes una obra en un maestro o maestra
que logre recordarte a través del mundo.
Al final del
caso, sonrían, la vida es corta, muy corta para estar metidos en nuestros
asuntos. Observen, escriban, canten, toquen algún instrumento, reciten un poema…
hagan algo aunque sea pequeño que los haga felices. Pues al final son esas
pequeñas felicidades las que en conjunto logran la gran felicidad que todos
buscamos. Cometan errores, pues al final son esos errores los que te hacen
madurar, crecer y ser gente. Hagan lo que mejor saben hacer, pues no saben a
quien inspiren algún día… como ella me inspiró a escribir estas líneas. Con el
trago que tengo azul que tengo en la mano, levanto y brindo… seamos felices, en
las pequeñas cosas… total, nos es gratis.