jueves, 26 de abril de 2012

Seamos felices... total, es gratis


El día de hoy decido escribir estas líneas alejándome bastante de lo que acostumbro a escribir en este lugar. Hoy quiero sonar quizás un poco como Amós Morales e intentar motivar a quienes como yo han pasado o pasan por circunstancias que a veces los empujan a ser quienes no son para sobrevivir. Leí por ahí que no debemos dudar de nuestra capacidad para hacer sonreír a los demás; que por peor que estemos nosotros siempre el sacar una sonrisa de quien la necesite es lo mejor que podemos hacer y es nuestro pequeño granito de arena para lograr una sociedad mejor. Y por experiencia puedo decir que esto es la realidad, que no importa cuan mal tu te sientas, siempre es mejor hacer reír a quien necesita que le dibujen una sonrisa en su rostro para olvidar los pesares que en muchas ocasiones pueden ser peores que las que tienes tú. Sonreír conlleva menos esfuerzo que estar serios o enojarnos. Dice un viejo refrán “Si la vida te da la espalda, agárrale las nalgas”, bueno no precisamente es el mejor ejemplo, pero captamos la esencia que esta frase conlleva oculta en sí. Comprendemos que no importa la adversidad por la que estemos pasando siempre es bueno sonreír y “meter el pecho” a las situaciones, seguir adelante sin dejar que nada nos incomode o no s estropee nuestra felicidad, que al fin y al cabo es el fin común de todos los seres humanos. En una ocasión ya dije que aprendí a ponerle un freno a mi vida, disfrutar el paisaje y vivir sin complicaciones, noté un gran cambio en mi vida y otros lo han notado también… en estos días antes de un examen era yo quien más tranquilo estaba y una compañera de clases me dijo, al yo decirle que me estaba raro ser yo el único tranquilo, “Es que a ti nada te jode tu paz”. Comprendí que ese pequeño freno que puse a mi vida que me permite disfrutar el paisaje y los personajes que aparecen en él, hizo lo que debía hacer.

También noté como a pesar de que una y otra vez caigo de imbécil y termino fijándome en quien no me ve más allá que un amigo; que aprendo de cada una de ellas. Aprendo más de mí con cada paso que doy en esas lides y he aprendido a disfrutarme su compaía aunque sea efímera; pues  por alguna razón esa persona entró a mi mente en ese momento en específico. Quizás no era yo quien necesitaba, quizás era ella quien me necesitaba a mí. Es por eso que pienso que “con cada metida de pata que cometo, y han sido muchas, que con cada punzada por saber que me fijé en quien no debía, y han sido varias, estoy más cerca de lograr lo que deseo”  lo digo por la sencilla razón de que la realidad es que con cada uno de esos tropiezos aprendo de mí, aprendo de la vida y comienzo a sonreír por más razones que las que lloro. Muchos deberían hacer como yo, ponerle un freno a su vida, analizar cada paso que han dado, disfrutar del paisaje y de los personajes… pues al fin y al cabo la vida es una y si no te la disfrutas y la vives con ajoro, puede terminar un día y no habrás dejado ni una sola huella positiva en nadie al irte. No es dejar obras maestras para que el mundo te recuerde… es que dejes una obra en un maestro o maestra que logre recordarte a través del mundo.

Al final del caso, sonrían, la vida es corta, muy corta para estar metidos en nuestros asuntos. Observen, escriban, canten, toquen algún instrumento, reciten un poema… hagan algo aunque sea pequeño que los haga felices. Pues al final son esas pequeñas felicidades las que en conjunto logran la gran felicidad que todos buscamos. Cometan errores, pues al final son esos errores los que te hacen madurar, crecer y ser gente. Hagan lo que mejor saben hacer, pues no saben a quien inspiren algún día… como ella me inspiró a escribir estas líneas. Con el trago que tengo azul que tengo en la mano, levanto y brindo… seamos felices, en las pequeñas cosas… total, nos es gratis.

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