jueves, 23 de marzo de 2017

¿Sabe a oro?


Es la mañana del 23 de marzo del corriente, hace frío y hay visos de lluvia. Parece casi poético y es que podría muy bien ser una metáfora de lo que sentimos muchos puertorriqueños ante la derrota de nuestro equipo nacional de béisbol en el Clásico Mundial. Si bien no hay nada de malo en caer derrotados en el juego de campeonato y alzarnos con el sub-campeonato por segundo torneo consecutivo, este, este duele un poco más.
Duele, porque no se trata solamente de caer derrotados frente al mejor del mundo. No porque nuevamente saliéramos sub-campeones y no campeones como quisiéramos. No porque nos haya hecho caer como nación. El dolor que sentimos viene del hecho de sentirnos como el hermano menor al que no se le permite ganar en los video juegos. Si, debe ser eso, somos el hermano menor y sentimos como si nos hubiesen dado el control defectuoso del Playstation, ese que hace que nuestros dedos duelan al final de la partida y para colmo, jugamos un juego en el que no conocemos las reglas.
Digo esto porque la derrota fue ante Estados Unidos y Marcus Stroman. Es por eso que nos duele. A lo largo de todo el Clásico estuvimos a la cabeza, pero la mayor parte de las noticias en las últimas horas del torneo, en la prensa deportiva, eran sobre Estados Unidos. Los periódicos locales hicieron lo que pudieron para maniatar esto, pero la realidad era abrumadora. Comentarios despectivos como el de Ian Kinsler en entrevista con el NY Tmes.


No se hicieron esperar. Stroman lució inmenso en la lomita, pero pequeñito en la seguridad del dug-out, atacando verbalmente al equipo boricua. Entiendo la chispa de Stroman, tenía algo que probar, al fin y al cabo, los fanáticos puertorriqueños (dicen, porque no fui testigo de nada) le faltaron el respeto a su madre. Pero no fue el equipo puertorriqueño quién lo hizo, fueron los fanáticos, y su actuación en la lomita era una “bofetá” suficiente. Y la “cherry on top” fueron los comentarios de Adam Jones.
Adam comentó que la razón, en lo básico, por la que jugaron como jugaron era porque Puerto Rico estaba celebrando antes de haber ganado. Y por eso también nos duele la derrota, teníamos la ilusión, teníamos una idea ya hecha de cómo debían ser las cosas. Nos duele, porque caímos en la soberbia de creernos inmortales en un deporte donde las supersticiones son el pan nuestro de cada día.
Nada, que en 2021 regresa el torneo y solo espero que esto que sentimos, lo recordemos y hagamos crecer el deporte desde las categorías menores, para que cuando llegue el momento, tengamos un roster mucho más profundo y mejores oportunidades al triunfo.



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