martes, 13 de agosto de 2013

Incapaz

*Con esto inició todo, esto fue algo que surgió de un breve taller de cuentos oficiado en la UPR de Cayey con la profesora Rubis Camacho. Este primer "cuento" me valió una mención de honor en el certamen literario del departamento de Estudios Hispánicos de dicho recinto y el reto de la profesora Maite Ramos Ortiz, y mis pares, para que continuara cultivando el lado narrativo de la literatura y por tanto el resurgir de este blog. Si no hubiese sido incapaz de hacer ese ejercicio en el salón, quizás este blog no estaría vigente hoy. Así que sin más preámbulo, el cuento que titulé "Incapaz"...*

Incapaz

“¡Puñeta!” Fue su grito de guerra, encadenado a otra exclamación casi igual de estridente que la primera “¡A este imbécil no logro armarlo!” Deshuesó la libreta despojándole de una de sus prendas y con rabia la lanzó a un lado. Era una escena repetida varias veces, buscaba la perfección y se había jurado no descansar hasta lograrla, sin importar cuantas prendas de aquella libreta lanzara al olvido. En su mente retumban aún las voces de aquellos eruditos que cuchicheaban sobre el momento en el que su mente se fue en blanco y no supo cómo escribir. Sus burlas resonaban en sus oídos como risotadas de hambrientas hienas despellejando a su presa, y huía, huía adentrándose cada vez más en su mente y perdiéndose en la oscuridad que ella ofrecía. Fue entonces cuando decidió escribir con ahínco, pero de eso van ya tres meses.

Tres meses en los que no ha conocido otra compañera que su libreta, en los que su blanca y suave espalda no ha sido rozada por mano de mujer alguna, en los que sus labios no se han humedecido en el olor a rosas que emana de los labios de Pandora. Un tiempo eterno para quien no sabe qué hacer con un encierro. Encierro que fue causado por burlas y señalamientos que cada día le recordaban lo incapaz que podía ser, y ese maldito no acababa de tomar vida. La situación le frustraba sobremanera, se sentía impotente y sin fuerzas para cumplir una simple tarea, que era darle vida a ese a quien llamaba “bastardo” por momentos, “imbécil” en ocasiones, “cabrón” cada segundo. Ese jugaba en su mente cada momento y le frustraba no poder darle vida, la impotencia se hacía cada vez más fuerte y le consumía la piel. Llevó sus manos al cabello y casi tirando de ellos volvió a exclamar “¡Puñeta!” Deshuesando la libreta nuevamente y con la rabia que comenzaba a tornarle el rostro de rojo, volvió a iniciar su diario ciclo.

1 comentario:

  1. ¡Hola, Lance! Te conocí como poeta, no como narrador y debo admitirte que me has impresionado. Tienes mucho talento. Sigue pa'lante ;)

    Pd. No sé si te lo mencioné, pero me gusta tu "experimento". Nos veremos pronto compañero de letras. :D

    ResponderEliminar