lunes, 23 de septiembre de 2013

Nota aclaratoria

Como se habrán percatado recientemente hizo su debut en estas líneas un personaje homónimo a quién escribe en esta página, su nombre, "Lance", ya debe serles familiar. Pero bien, debo decirles que este personaje incursiona en mis escritos debido a un reto que le lancé a una amiga, por motivo de haber descubierto un personaje de ella y querer ver hasta dónde podíamos llegar en un ejercicio que me pareció interesante, más de eso en breve.

"Lance" llega pues leí su blog y me interesó mucho lo que escribe con un personaje llamado "Cathya", este personaje me llamó tanto la atención. Pero por momentos me parecía encasillado en un mundo predeterminado y quería ver si podíamos jugar un poco. Es por esto que reté a mi amiga a que escribiéramos "respuestas". Esto es que ella escribe una entrada basada en "Cathya", normalmente su diario, y yo escribo algo a partir de lo que ella escribió con "Lance". La idea es que estos dos personajes son paralelos, existen en un mismo universo, se ven, se saben existir, pero no se han conocido aun. 

Es un juego literario en el que ambos nos vemos forzados a escribir fuera de nuestra zona cómoda, pues no sabemos exactamente que va a escribir el otro y con eso que el otro escribe debemos trabajar. Espero el ejercicio sea de su agrado, pues ya va en marcha. Podrán ver las entradas de ella en De la soledad y otros amores bajo las entradas tituladas El diario de Cathya las dos entradas concernientes al juego que iniciamos son:




Pero también pueden darse la vuelta y darle una lectura a sus textos y poemas que le llaman la atención los cuales cuelga en su blog. Por mi lado las dos entradas concernientes al juego son:


Y la entrada en la que decidí que lo que es igual no es ventaja, encasillar lo escrito a modo de diario para no darme mayores libertades que las que ella se puede tomar.


Espero, que como a nosotros, este juego les parezca divertido y que jueguen con nosotros. Pues pueden dejar comentarios de qué opinan sobre el desarrollo del reto, tanto en mi blog como en el de ella o en algún otro medio de comunicación. También pueden sugerirnos cosas, pues en fin, esto es como Rayuela, debemos divertirnos al escribirlo y al leerlo. 

¡Juguemos!

sábado, 21 de septiembre de 2013

Misiva

A ti golondrina:

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, dependiendo del momento en que leas esto que te escribo. Hoy, como tantos otros he pensado en ti, me ha sorprendido la luz del sol pensándote, observándote en mis sueños y queriendo que seas parte de mí despertar. Puedo decir sin temor a equivocarme, que cada día que pasa es un día en el que más cerca te siento de mi persona, de mi memoria y mi creer. Te has vuelto en esa religión en la que creo con total y completa fe, sabiendo, que por tanto, puedes fallar. Pero aun sabiendo que no te tengo en lo tangible, creo en ti como religión, en ti como poesía viva que se mueve, gira, grita, habla y me observa desde la distancia.

Quizás no sepas mi nombre y muy probablemente no conozca el tuyo, pero si hay algo en lo que estoy claro es que quisiera ser una de esas aves que se posan en tu pensar. Una de esas aves que pueden convertirse en razones para adornar tu piel y revolotear en tus ideas. Deseo que una mañana despiertes tal y como yo, con el día sorprendiendo tu sueño con mi persona, abrazando tu sábana como si me abrazaras a mí, observando mi rostro en el espejo y suspirando por un verso que es tuyo y que aun no he logrado escribir.
Tranquila, no hay prisa, lo importante es que tu mirada y la mía se han cruzado ya. Tú has visto mi pensar, me has leído y por tanto estoy en ti. Quizás no de la manera en que están tantos otros que por tu vida han de haber pasado, quizás no tan profundo como aquel ser amado, pero estoy ahí, latente, esperando el momento para seguir expandiendo mi dominio sobre tu amor. Esperando el momento indicado para hacer explotar tu libido desenfrenado y hacerte desear estar a mi lado, desear mis palabras, desear mi presencia en tus mañanas.

Déjame conocerte, déjame quedarme en ti, porque mis ojos se clavaron en tu persona y ya no puedo salir de aquí. Permíteme el placer de escuchar tu pensamiento, de diferir de tus ideas, de crecer como persona a tu lado. Dame la oportunidad de conversar, de reírme de tus comentarios, de que te rías de los míos, de viajar hacia un mundo lejano tomados de la mano y saltar al vacío sin saber dónde hemos de caer, pero teniendo la certeza de que caeremos juntos. Quizás me leas y estas palabras se vayan junto al polvo que limpias de esa mesa de noche donde tienes aquellas pertenencias que atesoras más. Muy probablemente mis palabras se te olviden tan pronto te llegue un mensaje de ese que tanto deseas. Pero solo te diré, que con haberme leído mi táctica está en marcha y pronto, muy pronto, llegará ese día en el que no sabré como ni con qué pretexto, pero me vas a necesitar a tu lado y el sol nos sorprenderá abrazados.

Desde mi rincón predilecto

Lance

Reseña sobre 200 Cartas



Comenzaré por decirles que si el primero de enero del presente año me hubiesen dicho que el 20 de septiembre estaría escribiendo sobre una película puertorriqueña titulada “200 Cartas”, me hubiese reído en su rostro a carcajadas y les hubiese dicho que estaban locos. Pero aquí estoy, a solo una hora y un par de minutos de haber salido de la sala y de haber visto una de las mejores películas que he disfrutado en el año. Debo decirles que antes de haber tenido la oportunidad de ver el “tráiler” del largometraje, durante los previos a “The Wolverine” el pasado agosto, no sabía nada acerca de esta producción del patio, ni siquiera sabía que se había rodado una película puertorriqueña que no fuera llamada “Qué Joyitas!”

Pero también debo decirles que ese “tráiler” fue suficiente para captar mi atención y hacerme desear el día del estreno de esta película para ir a verla. Estuve todo un mes empujando en mi familia para que se animaran a ver la película, mi hermana y mi madre, quienes me acompañaron, se dedicaron a leer cuanta reseña salía en los periódicos sobre “200 Cartas”, por mi parte, no lo hice. Decidí quedarme a “oscuras” y que la película misma me sorprendiera. No es que no confíe en los críticos del patio, como Juanma y Mario, pero por esta ocasión quería ir en blanco a una película, quería ser yo el crítico. Y debo decir que cumplió con mis expectativas.

Para comenzar la película inicia en “media res”, los dos personajes principales masculinos corriendo en un campo. Pero luego se transporta a una semana antes de estos hechos en Nueva York, con el personaje principal despertando, un aspirante a artista gráfico y escritor de historietas, Raúl. Esta afición por las historietas y sueños de convertirse en un exitoso artista serán claves en el desarrollo de la trama y en el desarrollo de este personaje.

Cabe destacar, de paso, que la película cuenta con un recurso bastante interesante al incorporar elementos clásicos del cómic a la misma. El largometraje pasa de ser una representación viviente a una representación dibujada, para luego regresar a una viviente. Este recurso me pareció acertado debido, no solo, a la afición de Raúl, si no a la eventual afición de Yolanda. El hecho también de representar diversos lugares de la Isla y Nueva York de esta manera, resulta en un refrescante efecto visual en el que el espectador puede ver la visión de un artista diferente sobre espacios que han sido pintados o dibujados en diferentes medios con anterioridad.

Junto con el efecto de dibujo que presenta la película, también existe un elemento fotográfico, en el que muchas escenas se pueden desprender y ser fotografías, ejemplo de ello es la ya “clichosa” foto en “Cueva Ventana”, y otras tantas. Aparte de las “fotografías” a lugares de interés turístico alrededor de la Isla, también este largometraje hace un buen trabajo al fotografiar a sus personajes, con esto me refiero a que cada personaje tiene unas características físicas y psicológicas que los distinguen de los demás, características que pueden ser observadas cuadro tras cuadro y se van expandiendo o minimizando, dependiendo de la situación y la trama.

Es por esta razón que cabe destacar el guion, toda gran obra tiene que tener una buena trama, unos eventos que empujen para que otros sucedan. A veces este se torna un poco simplista, pero cuando lo hace, no deja caer la trama. Cada personaje tiene su lugar dentro del guion y no se ven forzados, presentan diferentes situaciones que puedan suceder y aunque caen, por momentos, en situaciones que se ven “marroneadas”, lo hace por explotar la comicidad que existe en el hecho de que un puertorriqueño nacido y criado en Nueva York y un Mexicano visiten Puerto Rico por primera vez en la búsqueda de una mujer de la cual solo conocen el nombre. Si el guionista hubiese sido más aguzado le daba un nombre aun más común a esta mujer. El nombre María Sánchez, para la causante de esta aventura es suficientemente común, pero si querían jugar con el elemento cómico que el hecho de solo conocer el nombre de este personaje traería, podían jugar con utilizar como nombre: María Rivera o Rodríguez. En fin, donde el guion carece, las actuaciones reponen.

Digo esto porque Lin Manuel Miranda y Jaime Camil logran una química interesante al mostrar a los dos personajes masculinos principales. Presentan justo lo que en mi imaginación sería la amistad entre un puertorriqueño y un mexicano y un viaje que hagan estos dos juntos. Jaime Camil, con su personaje de Juan, consigue dar un toque de comicidad y ser el que muchas veces empuja a Raúl a hacer cosas que no se atrevería a hacer. En contraparte a los personajes masculinos encontramos a Dayanara Torres y Monica Steuer. Ambas representando a Yolanda y a Rebeca respectivamente. Estos personajes femeninos juegan a ser el espejo de Juan y Raúl, pues Rebeca es mexicana y Yolanda puertorriqueña. Esto presenta una dinámica interesante y un juego de dobles bastante provocador. Las actuaciones y la química lograda entre estos cuatro resulta refrescante y a la vez cautivadora.

En general, la película logró mi expectativa de ser entretenida y diferente. Logré identificarme con el personaje de Raúl, el cual por momentos sentía que era yo en la pantalla, pues tiene muchos miedos que comparto y temores que comparto. Los otros personajes fueron presentados de manera extraordinaria en pantalla, mientras presentaba elementos de la cotidianidad puertorriqueña que resultaron en carcajadas del público presente, sin recurrir a chistes viejos, forzados o de mal gusto. Las risas eran genuinas y hubo uno que otro comentario en la sala de “es verdad hacemos eso”. El juego de diferentes situaciones como “los boricuas siempre andan con un caldero de arroz”, en el momento en que aparece el personaje de Juan Manuel Lebrón y les ofrece comida, o “si te volteas te dejan el carro en cuatro bloques”; son cosas que le dieron al filme la comicidad necesaria para cautivar a un público variado, que incluía personas mayores de 60 años y jóvenes de no más de 15 (quienes en un principio incomodaban por mostrar cierta inmadurez).


En fin fue una experiencia gratificante y revalidó mi decisión de no haber leído crítica antes de entrar a la sala y disfrutar del largometraje. Me llenó de orgullo ver como los puertorriqueños llenan las salas para verla y apoyar el buen cine puertorriqueño, el cine que es capaz de mostrar lo que verdaderamente somos y no algo chabacano con la sola intención de lograr dinero gastando poco, para personas que su mayor talento es hablar de lo que no saben. Enhorabuena a los creadores de esta película y espero seguir disfrutando de cine de buena calidad hecho en Puerto Rico. Altamente recomendada.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Diario: entrada 1



La presentación de mi poesía fue como de costumbre, me senté en la tarima y con la mirada fija en lo que había escrito comencé a recitar las palabras que había escrito en desvelos anteriores. La había visto, estaba allí sentada, entre una multitud de personas que, más que personas, podían ser pirañas devorando una presa. Supe que no estaba cómoda y obviando mi usual rutina, me levanté y así, parado en la tarima, con la fuerza que me brindan las palabras, la observé y con la usual voz recité uno de esos poemas que guardaba para mí:

Andamos en esta vida sin conocer rumbo
están quienes el paseo se disfrutan
y también quienes por la prisa dejan ir todo
andamos en esta vida tratando de encontrarnos
buscando conocer de lo que guardamos cada secreto
aprender en la marcha, para eso andamos
caminamos sin saber quién nos acompañará
sabiendo que el mar no es la última frontera
y que después del cielo está el espacio
andamos en esta vida buscando quien nos de la mano
para con ese impulso llegar más allá de las estrellas
y tener con quien platicar en las noches largas
caminamos de manera solitaria, pero siempre en espera
buscando encontrar otro caminante errante que nos acompañe
andábamos aparte y nos separamos
fue la vida quien se empeñó en el camino cruzarnos
y es ahora que creo con firmeza en lo que dijo Cortázar
“Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”

Sus ojos se encendieron al escuchar esa última frase y de la tarima bajé. Observé tu contoneo al salir del grupo que le abacoraban y dirigirse al baño. Y yo caminé hacia la barra, el bartender ya me conocía, sabía de mis andadas y a él le comenté: “Está aquí.” Me miró, mientras secaba un vaso, con una cara de complicidad que quería decir más de lo que las palabras podían pretender decir. Siempre fui incapaz de dirigirme directamente a alguien sin sonar como todo un imbécil y quedar como estúpido; pero en realidad sentía una atracción fatal hacia ella. Fatal pues sé que al conocerla la vida como la conozco terminará. Volteo mi rostro para ver en dónde se encontraba, aun no salía de su pausa. Vuelvo y miro al bartender y este me dice con cara de amigo consejero y cómplice en las fechorías: “Te tiene loco, eh!” Bajo mi rostro y observo las rendijas que tiene la barra antes de decirle, con una sonrisa dibujada en mi rostro: “Hermano, no tienes ni la más mínima idea.”

Fue en ese momento que a mi amigo el “poet-tender”, como se hacía llamar pues era poeta y bartender, se le ocurrió entregarle una libretita con todos los poemas recitados esa noche. Al fin y al cabo, todos los poetas habían escrito los suyos en una libreta común a petición de quién organizó el encuentro. Escribí los míos y me dijo él: “Escribe algo corto al final.” Decidí en contra de ello, llovía y tenía fe de que tal y como la encontré esta noche aquí, la encontraría nuevamente en la ciudad a la que desde hace poco llamo hogar. Así que la táctica estaba trazada. Obviamente, no sería el ejecutor, fue por obra divina que Jota se me acercó y me preguntó que hacía. Le dije: “¿Viste a la mujer que estaba con ese grupo de personas de ahí?” Con la cabeza me dijo que sí, entonces le conté sobre la estrategia y con su habitual sonrisa pícara me dijo: “Oye, Lance, papá… te tiene de cabeza si vas a hacer esto. Pero, vamo’ a hacerlo.” Jota hizo su movimiento, justo cuando ella salía se la encontró y le entregó el librito, bajo el pretexto de que estaban entregando uno a cada quien que se encontraban, la realidad, era solo a ella.

Regresó con su grupo y luego salió del recinto. Jota regresó a la barra junto a mí y al “poet-tender” y conversamos un rato más. Miré a Jota y le dije nervioso: “¿Crees que funcione, que la vuelva a encontrar?” Jota nuevamente me dio su media sonrisa y me dijo con el mismo tono de seguridad con el que recita sus poemas: “¡Claro!” Respiré profundo y les dije a ambos: “La táctica fue trazada… ahora a ver si mi estrategia rinde frutos. ¡Ay Benedetti! Dame la mano desde allá arriba.”

De eso van par de días y con esta lluvia no he podido darme la vuelta más por el café dónde por primera vez la vi. No sé si me leyó, no sé si lo perdió, no sé nada de ella, pero de algo tengo total certeza, esa mujer me ha volado la cabeza.